domingo, 27 de abril de 2014

Los mediocres "ven" obstáculos; los líderes "ven" rutas al éxito


Una de las características de los verdaderos líderes es que pueden trasladar sus sueños, sus propósitos, su causa, en palabras entendibles para los demás. Sólo de esa forma se puede generar un cambio, una revolución, ya que la gente tiene la habilidad de "ver" el futuro cuándo alguien tiene la suficiente habilidad de transmitirlo con palabras que todo el mundo puede entender y a su vez, transmitirles a otros.

Martin Luther King Jr. era una de esas personas; él tenía una visión de cómo quería que fueran los Estados Unidos y ese sueño lo pudo traducir en palabras que conquistaron a millones de hombres y mujeres que hicieron suya dicha causa y sueño; hacer del país un lugar donde el racismo quedara en el pasado.

El jueves 17 de abril me topé con una nota deportiva, donde el defensa de la Selección Nacional, Rafael Márquez señala que el equipo no estará al 100% para la Copa del Mundo, dando los usuales pretextos para ello. (Aquí puede usted leer sus declaraciones)

Me llamó la atención dicho comentario, pues es bien sabida la enorme afición que hay en México por el deporte de las patadas y que Mundial tras Mundial, le da esperanzas a esos millones de aficionados que al final... quedan siempre decepcionados. Nuestra idiosincracia es de la un país perdedor; siempre hay algo que evita que triunfemos; una mala decisión (casi siempre ajena a nosotros, otra característica del mexicano, culpar a otros de nuestras desgracias); el clima ("la lluvia impidió que diéramos un buen juego" es un clásico pretexto del futbol mexicano); el adversario ("Claro, era Brasil, ¿qué querían que hiciéramos?") o el destino, sí, el maldito destino, ("dos Mundiales seguidos contra Argentina en cuartos de final, pues claro que teníamos que perder")

Al final, siempre se encuentra una excusa para explicar la derrota. Incluso ésta se anticipa ya desde antes de que ocurra siquiera el primer juego de México en el Mundial de Brasil 2014 y lo dice nada menos que uno de los supuestos "líderes" de la escuadra nacional. Márquez puede expresar claramente con palabras su "sueño": México, haga lo que haga, no será un participante protagónico del próximo Mundial. Lo siento aficionados del deporte de las patadas, está no es mi opinión, es de alguien que sabe mucho más de futbol que su seguro servidor y que jugó para uno de los, según los expertos, mejores equipos del mundo, el Barcelona.

Nadie puede negar el currículo del señor Márquez como futbolista, por lo que no es raro pensar que lo que comente es atinadamente cierto. El problema es que ese tipo de declaraciones sólo confirman el por qué nuestro futbol sigue sumido en la mediocridad, como casi todo lo que se hace en este país: Una mentalidad de perdedores, de mediocres. ¿Hay solución para ello? Sí, se llama liderazgo.

El líder debe ante todo, confiar no sólo en sus habilidades sino en las de los demás. Debe de "pintar" un escenario futuro en el que todos crean que es verdaderamente alcanzable, sobre todo deber ser capaz de hacerlo de manera medible; crear líneas de tiempo en que dichas metas se irán alcanzando. Los verdaderos líderes hacen planes a mediano y largo plazo. No sólo planean para ganar ahora y mañana quién sabe, como usualmente lo hacen en el fútbol mexicano.

El alcanzar el éxito a largo plazo requiere de esfuerzo e inversión (no sólo de dinero, sino de tiempo) Una vez que se tiene el sueño de hacer algo, lo que sigue es buscar gente que crean en lo mismo que nosotros creemos. El problema de la Femexfut es que sus directivos sólo creen en una cosa: DINERO. Buscan el éxito del dinero a corto plazo, poder llegar al Mundial para atraer patrocinadores, vender tiempos de publicidad, planes de mercadeo; ese el negocio, llegar al Mundial y una vez ahí, pues a ver qué pasa. No le apuestan al largo plazo, que sí, si tiene como resultado éxito... y dinero. Hugo Sánchez lo expresó de esa manera en el periódico El Universal. La negativa de los directivos de la Femexfut a su plan de 12 años no les era atractiva. El resultado, en dos Copas del Mundo consecutivas el negocio sólo alcanzó para llegar y perder el cuarto partido.

Por cierto, que en el Mundial de Sudáfrica 2012, la apuesta de los directivos de la Federación Mexicana de llegar a Javier Aguirre como DT fue la peor decisión. Aguirre ya estaba "quemado" como entrenador nacional en ese Mundial y lo demostró su lenguaje corporal en la conferencia de prensa días previos al partido contra Argentina: Gorra casi cubriendo los ojos, brazos cruzados, cubriéndose la boca con la mano, tocándose la nariz, sin casi mirar al frente. El hombre estaba derrotado de antemano y por ende, sus jugadores. Aquí está link del video para aquellos que lo habían olvidado: https://www.youtube.com/watch?v=TpJltBMpfKY

No es extrañar entonces que año tras año y Mundial tras Mundial, siempre resulten ser "la Decepción Nacional" o peor aún, "los Ratones Verdes" ¡Y cómo no va a ser así, si desde antes nos ponemos barreras mentales para no crecer o triunfar! Lo que hace el señor Márquez es empezar a ponerle al fanático de la selección y a sus propios compañeros, así como al entrenador, Miguel Herrera (sólo un mediocre puede aceptar un apodo como el de "piojo") "barreras" para poder triunfar.
Quien se empieza a poner "peros" es porque en realidad le tiene miedo al éxito; le tiene miedo al enorme sacrificio y trabajo que saben se necesita para triunfar; no por nada Vince Lombardi decía que debíamos de estar dispuestos a pagar el precio si queríamos alcanzar el triunfo, sin importar a lo que nos dedicáramos.

Sólo los mediocres "ven" las piedras y obstáculos en su camino. Los líderes sólo "ven" las rutas alternativas para llegar al éxito. Queda muy claro que esta selección se está preparando para el fracaso en Brasil. Incluso les puedo decir, sin temor a equivocarme, que por las palabras de Márquez, esta escuadra nacional tendrá sólo tres juegos y a casa.





Miguel Herrera, tal vez su "mejor ejemplo"

Márquez es además conocido por ser de "mecha corta". Tal vez usted recuerde cómo fue expulsado durante el Mundial Corea-Japón del 2002, dónde fue expulsado por una falta artera contra un jugador de la escuadra norteamericana y recientemente, fue otra vez expulsado por lo mismo, perder la cabeza, ahora jugando para el equipo León en la Copa Libertadores. Si ese es el capitán de la selección nacional para el Mundial de Brasil 2014, vaya "líder". Se disculpó públicamente, pero su mejor atributo como jugador parece ser el no saber qué hacer en los momentos de presión y se tiende a desesperar. Esos no son para nada los mejores atributos mentales para un líder.

Pero qué podemos esperar, cuándo el propio director técnico de la selección nacional, Miguel Herrera es igual que él. Tal vez nadie recuerde que el "salvador" de los ratones verdes para llegar a Brasil, fue dejado fuera del equipo que llegó a la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994, esto por patear a un miembro de la prensa luego de uno de los partidos eliminatorios rumbo a ese Mundial. Pero nuestro pueblo, bendito sea, suele tener corta memoria, no sólo con sus políticos, sino también con los deportistas.

En nuestro panbol no hay líderes; hay jugadores y técnicos mediocres, directivos mediocres, prensa mediocre (no todos, aclaró, los que dicen la verdad y las cosas como son, aunque pocos, siguen haciendo su labor indiscutible y aunque se les trate de callar, siempre estarán en las trincheras de la información) y sí, aficionados mediocres.

La historia de nuestro deporte de las patadas así lo marca: Para la Copa del Mundo de Argentina 1978, el DT de la selección nacional, José Antonio Roca, con esa forma de pensar mediocre de casi el 98% de los que gustan del panbol en nuestro país, trazó su "estrategia": "Empatamos con Polonia, perdemos con Alemania, le ganamos a Túnez, ¡estamos en la siguiente ronda!" Extraordinaria forma de pensar, aunque los rivales no cooperaron en nada: México se vio sorprendido por un Túnez que los venció 3-1, Alemania los goleó 6-0 y Polonia les dio la puntilla con un contundente 3-1 y ¡estamos de regreso a casa! Lo que son las coincidencias, las palabras de José Antonio Roca se hicieran realidad, pero para otro técnico nacional y 32 años después. Javier Aguirre y la selección de la Copa del Mundo del 2010: México empató 1-1 contra el local, Sudáfrica; le ganó 2-0 a Francia, perdió 1-0 contra Uruguay y ¡estamos en la siguiente ronda! Pero el destino (o maldito destino) México cayó ante su bete noir (bestia negra en elegante francés) Argentina.

Los verdaderos líderes no se preocupan por los obstáculos en el camino, sólo se enfocan en "ver" qué camino tomar para llegar al éxito, se rodean de gente que creé en lo mismo que ellos creen; transmiten con palabras entendibles cuál es su causa, su propósito, su creencia. Es en ese momento que quienes comparten esos mismos sueños e ideales se unen para hacer realidad ese sueño.

Si queremos que este país cambie, no sólo en el ámbito del panbol (lo siento, me cuesta trabajo llamarlo con la palabra que inicia con f) sino en todos los ambientes, lo primero que tenemos que hacer es dejar de pensar de manera mediocre y comenzar a dejar de ver los obstáculos y concentrarnos más en el camino que nos llevará al éxito.


miércoles, 2 de abril de 2014

Confianza, una de las palabras clave del liderazgo

Parece increíble el darse cuenta de que algo que no existe dentro de las empresas privadas es justamente eso, confianza. Recordemos que los seres humanos somos animales sociales, necesitamos de los demás, es una regla. Tan es así que por eso se formaron comunidades, sociedades, culturas, países, etc., si a alguien le dicen, "tienes que ir por el tigre dientes de sable", las probabilidades son de que el marcador sea tigre 1, tú 0. Pero si en conjunto se va a la cacería del tigre dientes de sable, las probabilidades son que se le pueda dar caza y habrá comida en la comunidad esa noche. El hecho de trabajar en equipo significa que las debilidades de unos, pueden ser cubiertas por las fortalezas de otros. Ese es el punto clave, aprovechar las habilidades de todos, eso también quiere decir que la diversidad de opiniones nos permite resolver los problemas que se presenten, esto por la diferente forma de ver las cosas que tenemos como individuos y que nos sirven para en conjunto, darle solución a un problema.

Sí, podemos sobrevivir de manera individual, pero tarde o temprano necesitáremos de alguien más para realizar cualquier tipo de actividad. ¿No sería mejor trabajar en equipo desde un principio? 

Cuando estamos rodeados de gente que cree en lo mismo que nosotros, sucede algo sorprendente, nace la confianza. No se equivoquen, la confianza es un sentimiento, no es algo racional. El simple hecho de decir que haremos algo no quiere decir que somos confiables, sólo indica que somos cumplidos. Todos tenemos amigos que son un total desastre y sin embargo, confiamos en ellos. Y es que la confianza nace del compartir las mismas creencias y valores, lo que esencial para nuestra sobrevivencia, pues si estamos rodeados de gente en la que confiamos y que confía en nosotros, estamos más dispuestos a tomar riesgos, estamos más dispuestos a explorar, estamos más dispuestos a experimentar, lo cual requiere fallar en algunas veces; todo con la confianza de que podemos confiar en que la gente de mi comunidad me ayudará si caigo, estará al pendiente de mi familia y mis pertenencias.

La ausencia de confianza no quiere decir que no podamos sobrevivir, pero al no haber confianza, es sálvese el que pueda, cada quién para su santo. Nos volvemos egoístas, destructivos y nuestras metas son a corto plazo. Las grandes organizaciones no son aquellas que presentan grandes números cada trimestre, las grandes organizaciones son aquellas que en los tiempos difíciles su gente está unida.
No podemos juzgar a una tripulación cuando el mar está en calma, es cuando hay una gran tormenta cuando podemos calificar y juzgar a su tripulación: Si corren a ayudarse unos a otros, o si comienzan a abandonar el barco. "Tengo bocas que alimentar, cuentas que pagar, tengo que sobrevivir" es lo que se escucha de gente que pertenece a una organización débil.

No podemos juzgar la solidez de una empresa cuando la economía es excelente, el hecho de que estén haciendo dinero no es indicativo de cuán fuerte es la organización o cuan fuerte es su cultura.

En la columna de la semana pasada les pedí hacer un ejercicio sobre algún mal supervisor, jefe, gerente, etc. y sobre uno que consideraran excelente. Quiero hablarles de mi ejercicio personal en ese aspecto, permítanme hacerlo sólo con el buen ejemplo que recibí de uno de esos excelentes líderes.

 Con Queta, todo un ejemplo de liderazgo.

Mi ex supervisora Enriqueta Escalona, a quien todos llamamos de cariño Queta, es uno de los mejores ejemplos en cuanto a ganarse la confianza de su gente bajo su cargo y darles además, su confianza personal. Con ella todos sabíamos cuáles eran los lineamientos del departamento y que sólo nos pedía apegarnos a ellos en todo lo que hiciéramos, fuera de eso, todos estábamos conscientes de que tendríamos la libertad total de trabajar bajo nuestro propio criterio, seguir nuestros propios tiempos, realizar nuestras actividades diarias sin que estuviera a cada rato teniendo que averiguar cómo íbamos. Eso no quería decir que no nos hiciera caso o que no le importáramos, era sólo una demostración de que confiaba en nosotros como profesionales que éramos.

Podíamos ir a las juntas de cada cuenta, a veces sin necesidad de que ella acudiera por sus propias actividades, con la confianza de que teníamos la capacidad para resolver las cosas que ahí se plantearan sobre nuestro departamento y luego darle un parte de qué asuntos se habían tratado en dichas juntas y sólo cuando algo de verdadera urgencia se presentaba, ella daba la cara por nosotros, incluso si ello requiriera de hacer enojar a algún gerente o subdirector. Con ella sabías que no estabas sólo, si tú tenías la razón, te defendería con todo.

Otro aspecto notable de Queta, fue cuando le deje ver mi interés por aprender a hacer las actividades que ella como supervisora de calidad hacía, pues esa era mi meta. Cualquier otra persona se hubiera mostrado recelosa ("¿por qué te voy a enseñar algo que a mí nadie me enseñó a hacer?") al contrario, me enseñó no sólo el aspecto técnico de su trabajo, sino la gran responsabilidad que eso requería, al dejarme capacitar, de alguna manera, a los compañeros que llegaban recién al departamento, al permitirme hacer labores de alta sensibilidad. Así era el grado de confianza que nos tenía a sus muchachos. Pero también sabía cuándo llamarte la atención y lo hacía de tal forma, que aprendías en verdad la lección. Con Queta podías reír a carcajadas o llorar al sentarte con ella a contarle tus problemas, pues se preocupaba por ti como persona, no sólo como empleado. Ese es otro punto de los grandes líderes, no sólo confían en ti y tú en ellos, sino que son que se convierten en una extensión de tu familia.

Ella me enseñó a ver otra dimensión del liderazgo cuando se dio cuenta de que estaba actuando mal con los muchachos de sus cuentas y me hizo responsable de volverme a ganar el respeto de esa gente. Me dolió, claro, pero también me enseñó mucho esa situación, pues tenía mucha razón.
Lideraba con el ejemplo, pues nunca nos pedía hacer algo que ella misma no estuviera dispuesta a hacer.

Dicen que la medida de un gran líder es cuando se ausenta, no se siente dicha ausencia. Eso pasó cuando se fue de vacaciones y su seguro servidor se quedó a cargo de sus responsabilidades. Me gustaría decir que lo hice bien, pero algo de lo que me arrepiento es que cuando dejé esa empresa, nunca le pregunté a Queta cómo lo hice en esa ocasión.

Si tuviera que elegir con quién volver a trabajar como mi líder, sin pensarlo dos veces la escogería a ella, pues como se dice en el argot militar, "es un general que no tiene miedo de hacer el trabajo de un sargento". Si hoy puedo darme el lujo de escribir esta columna y este blog de Creando Líderes Verdaderos, es gracias a ella. Queta, te debo mucho y te agradezco aún más.

Este tipo de buenos ejemplos me hacen pensar en la filosofía de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, los famosos Marines.


Los Marines, un ejemplo de confianza

Una de las organizaciones militares a nivel mundial que se destacan por la camaradería entre sus integrantes son los Infantes de Marina de los Estados Unidos. Esta rama de las fuerzas armadas del vecino del norte, está formada por un grupo que en comparación con el número de elementos activos que hay en el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, es inferior en número, sin embargo son los primeros en entrar en combate y los que más lazos afectivos crean entre sus miembros, por algo su lema es "Semper Fidelis" (Siempre Leales) Otro de sus lemas es "Once a Marine, Always a Marine" (Alguna vez Marine, Siempre un Marine)

Contrario a lo que se pueda pensar, cada vez que los Marines entran en combate, no lo hacen por su país, sus políticos o por su constitución, vamos, ni siquiera por su familia; lo hacen por el hombre que tienen a su derecha y por el hombre que tienen a la izquierda, en una palabra, pelean por ellos mismos. Cuando las balas comienzan a volar, pelean por cuidarse los unos a los otros, la política o las razones de por qué están peleando, salen sobrando. 

Son incontables las historias de heroísmo que se cuentan de los Marines en todos y cada uno de los conflictos en los que se han visto involucrados, pero la constante es la misma: El sacrificio personal, el dar la vida por los compañeros si es necesario. Cuándo uno les llega a preguntar ¿por qué ponen su vida en peligro para salvar la de los compañeros? la respuesta constante es "por qué ellos harían lo mismo por mí"

En los Marines le dan medallas a aquellos que se sacrifican para que otros logren ganar terreno. En los negocios, les damos bonos a aquellos que están dispuestos a sacrificar a otros para que nosotros obtengamos una ganancia. Completamente al revés opera el mundo empresarial.

¿Cómo se desarrolla esa camaradería entre un grupo de hombres? Gracias a la confianza, esa es la clave del éxito de los Marines.

Cuando uno visita Parris Island, en Carolina del Sur, lugar donde se entrena a los miembros de los Marines, hay un ejercicio de entrenamiento que uno no puede aprobar de manera individual; para aprobar ese ejercicio hay que saber trabajar en equipo; crear lazos de confianza con los otros integrantes del equipo, pues es la única manera de aprobar esta parte del entrenamiento. Aquellos que no están dispuestos a ayudar a otros, son relegados por el mismo equipo. Hasta que ese elemento esté dispuesto a ayudar a los demás, entonces recibirá ayuda de los demás.
En combate, la falta de confianza significa la vida o la muerte. En un ambiente de negocios su equivalente sería perder un cliente o ganar un buen contrato.

En Quantico, Virginia, se encuentra el Officer Candidates School (Escuela de Candidatos a Oficiales) de los Marines, en donde se preparan a los oficiales que habrán de guiar a este grupo elite en combate. Para ser un oficial de los Marines, más que la fortaleza física, las habilidades de estrategia militar, conocimiento de idiomas, armas, etc., lo más importante es la HONESTIDAD. El lema de la escuela de oficiales es "Ductus Exemplo" (Liderazgo con el ejemplo)

Su comandante, el Coronel Harold Van Opdorp señala que bajo ninguna circunstancia permitiría que un oficial liderara a los Marines si éstos no están cien por ciento seguros de que todo lo que salga de su boca sea verdad y no algo para cubrir su trasero. Si los hombres no le tienen confianza a su líder, estarán en peligro y se pueden perder vidas. Así de importante es la honestidad para los Marines.

El Coronel Van Opdorp agrega que esto de la honestidad es tan vital para el Cuerpo de Infantes de Marina, que él no estaría dispuesto a que su hijo o su hija sirvieran bajo el mando de un oficial del que él no esté convencido que sea un buen líder. Eso quiere decir, que no habrá candidato que sea aprobado para ser oficial de los Marines, si no tiene liderazgo y honestidad.





Dudas, comentarios, sugerencias al correo mavila_reacciondeportiva@yahoo.com o cuartaydiez@yahoo.com.