miércoles, 2 de abril de 2014

Confianza, una de las palabras clave del liderazgo

Parece increíble el darse cuenta de que algo que no existe dentro de las empresas privadas es justamente eso, confianza. Recordemos que los seres humanos somos animales sociales, necesitamos de los demás, es una regla. Tan es así que por eso se formaron comunidades, sociedades, culturas, países, etc., si a alguien le dicen, "tienes que ir por el tigre dientes de sable", las probabilidades son de que el marcador sea tigre 1, tú 0. Pero si en conjunto se va a la cacería del tigre dientes de sable, las probabilidades son que se le pueda dar caza y habrá comida en la comunidad esa noche. El hecho de trabajar en equipo significa que las debilidades de unos, pueden ser cubiertas por las fortalezas de otros. Ese es el punto clave, aprovechar las habilidades de todos, eso también quiere decir que la diversidad de opiniones nos permite resolver los problemas que se presenten, esto por la diferente forma de ver las cosas que tenemos como individuos y que nos sirven para en conjunto, darle solución a un problema.

Sí, podemos sobrevivir de manera individual, pero tarde o temprano necesitáremos de alguien más para realizar cualquier tipo de actividad. ¿No sería mejor trabajar en equipo desde un principio? 

Cuando estamos rodeados de gente que cree en lo mismo que nosotros, sucede algo sorprendente, nace la confianza. No se equivoquen, la confianza es un sentimiento, no es algo racional. El simple hecho de decir que haremos algo no quiere decir que somos confiables, sólo indica que somos cumplidos. Todos tenemos amigos que son un total desastre y sin embargo, confiamos en ellos. Y es que la confianza nace del compartir las mismas creencias y valores, lo que esencial para nuestra sobrevivencia, pues si estamos rodeados de gente en la que confiamos y que confía en nosotros, estamos más dispuestos a tomar riesgos, estamos más dispuestos a explorar, estamos más dispuestos a experimentar, lo cual requiere fallar en algunas veces; todo con la confianza de que podemos confiar en que la gente de mi comunidad me ayudará si caigo, estará al pendiente de mi familia y mis pertenencias.

La ausencia de confianza no quiere decir que no podamos sobrevivir, pero al no haber confianza, es sálvese el que pueda, cada quién para su santo. Nos volvemos egoístas, destructivos y nuestras metas son a corto plazo. Las grandes organizaciones no son aquellas que presentan grandes números cada trimestre, las grandes organizaciones son aquellas que en los tiempos difíciles su gente está unida.
No podemos juzgar a una tripulación cuando el mar está en calma, es cuando hay una gran tormenta cuando podemos calificar y juzgar a su tripulación: Si corren a ayudarse unos a otros, o si comienzan a abandonar el barco. "Tengo bocas que alimentar, cuentas que pagar, tengo que sobrevivir" es lo que se escucha de gente que pertenece a una organización débil.

No podemos juzgar la solidez de una empresa cuando la economía es excelente, el hecho de que estén haciendo dinero no es indicativo de cuán fuerte es la organización o cuan fuerte es su cultura.

En la columna de la semana pasada les pedí hacer un ejercicio sobre algún mal supervisor, jefe, gerente, etc. y sobre uno que consideraran excelente. Quiero hablarles de mi ejercicio personal en ese aspecto, permítanme hacerlo sólo con el buen ejemplo que recibí de uno de esos excelentes líderes.

 Con Queta, todo un ejemplo de liderazgo.

Mi ex supervisora Enriqueta Escalona, a quien todos llamamos de cariño Queta, es uno de los mejores ejemplos en cuanto a ganarse la confianza de su gente bajo su cargo y darles además, su confianza personal. Con ella todos sabíamos cuáles eran los lineamientos del departamento y que sólo nos pedía apegarnos a ellos en todo lo que hiciéramos, fuera de eso, todos estábamos conscientes de que tendríamos la libertad total de trabajar bajo nuestro propio criterio, seguir nuestros propios tiempos, realizar nuestras actividades diarias sin que estuviera a cada rato teniendo que averiguar cómo íbamos. Eso no quería decir que no nos hiciera caso o que no le importáramos, era sólo una demostración de que confiaba en nosotros como profesionales que éramos.

Podíamos ir a las juntas de cada cuenta, a veces sin necesidad de que ella acudiera por sus propias actividades, con la confianza de que teníamos la capacidad para resolver las cosas que ahí se plantearan sobre nuestro departamento y luego darle un parte de qué asuntos se habían tratado en dichas juntas y sólo cuando algo de verdadera urgencia se presentaba, ella daba la cara por nosotros, incluso si ello requiriera de hacer enojar a algún gerente o subdirector. Con ella sabías que no estabas sólo, si tú tenías la razón, te defendería con todo.

Otro aspecto notable de Queta, fue cuando le deje ver mi interés por aprender a hacer las actividades que ella como supervisora de calidad hacía, pues esa era mi meta. Cualquier otra persona se hubiera mostrado recelosa ("¿por qué te voy a enseñar algo que a mí nadie me enseñó a hacer?") al contrario, me enseñó no sólo el aspecto técnico de su trabajo, sino la gran responsabilidad que eso requería, al dejarme capacitar, de alguna manera, a los compañeros que llegaban recién al departamento, al permitirme hacer labores de alta sensibilidad. Así era el grado de confianza que nos tenía a sus muchachos. Pero también sabía cuándo llamarte la atención y lo hacía de tal forma, que aprendías en verdad la lección. Con Queta podías reír a carcajadas o llorar al sentarte con ella a contarle tus problemas, pues se preocupaba por ti como persona, no sólo como empleado. Ese es otro punto de los grandes líderes, no sólo confían en ti y tú en ellos, sino que son que se convierten en una extensión de tu familia.

Ella me enseñó a ver otra dimensión del liderazgo cuando se dio cuenta de que estaba actuando mal con los muchachos de sus cuentas y me hizo responsable de volverme a ganar el respeto de esa gente. Me dolió, claro, pero también me enseñó mucho esa situación, pues tenía mucha razón.
Lideraba con el ejemplo, pues nunca nos pedía hacer algo que ella misma no estuviera dispuesta a hacer.

Dicen que la medida de un gran líder es cuando se ausenta, no se siente dicha ausencia. Eso pasó cuando se fue de vacaciones y su seguro servidor se quedó a cargo de sus responsabilidades. Me gustaría decir que lo hice bien, pero algo de lo que me arrepiento es que cuando dejé esa empresa, nunca le pregunté a Queta cómo lo hice en esa ocasión.

Si tuviera que elegir con quién volver a trabajar como mi líder, sin pensarlo dos veces la escogería a ella, pues como se dice en el argot militar, "es un general que no tiene miedo de hacer el trabajo de un sargento". Si hoy puedo darme el lujo de escribir esta columna y este blog de Creando Líderes Verdaderos, es gracias a ella. Queta, te debo mucho y te agradezco aún más.

Este tipo de buenos ejemplos me hacen pensar en la filosofía de la Infantería de Marina de los Estados Unidos, los famosos Marines.


Los Marines, un ejemplo de confianza

Una de las organizaciones militares a nivel mundial que se destacan por la camaradería entre sus integrantes son los Infantes de Marina de los Estados Unidos. Esta rama de las fuerzas armadas del vecino del norte, está formada por un grupo que en comparación con el número de elementos activos que hay en el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, es inferior en número, sin embargo son los primeros en entrar en combate y los que más lazos afectivos crean entre sus miembros, por algo su lema es "Semper Fidelis" (Siempre Leales) Otro de sus lemas es "Once a Marine, Always a Marine" (Alguna vez Marine, Siempre un Marine)

Contrario a lo que se pueda pensar, cada vez que los Marines entran en combate, no lo hacen por su país, sus políticos o por su constitución, vamos, ni siquiera por su familia; lo hacen por el hombre que tienen a su derecha y por el hombre que tienen a la izquierda, en una palabra, pelean por ellos mismos. Cuando las balas comienzan a volar, pelean por cuidarse los unos a los otros, la política o las razones de por qué están peleando, salen sobrando. 

Son incontables las historias de heroísmo que se cuentan de los Marines en todos y cada uno de los conflictos en los que se han visto involucrados, pero la constante es la misma: El sacrificio personal, el dar la vida por los compañeros si es necesario. Cuándo uno les llega a preguntar ¿por qué ponen su vida en peligro para salvar la de los compañeros? la respuesta constante es "por qué ellos harían lo mismo por mí"

En los Marines le dan medallas a aquellos que se sacrifican para que otros logren ganar terreno. En los negocios, les damos bonos a aquellos que están dispuestos a sacrificar a otros para que nosotros obtengamos una ganancia. Completamente al revés opera el mundo empresarial.

¿Cómo se desarrolla esa camaradería entre un grupo de hombres? Gracias a la confianza, esa es la clave del éxito de los Marines.

Cuando uno visita Parris Island, en Carolina del Sur, lugar donde se entrena a los miembros de los Marines, hay un ejercicio de entrenamiento que uno no puede aprobar de manera individual; para aprobar ese ejercicio hay que saber trabajar en equipo; crear lazos de confianza con los otros integrantes del equipo, pues es la única manera de aprobar esta parte del entrenamiento. Aquellos que no están dispuestos a ayudar a otros, son relegados por el mismo equipo. Hasta que ese elemento esté dispuesto a ayudar a los demás, entonces recibirá ayuda de los demás.
En combate, la falta de confianza significa la vida o la muerte. En un ambiente de negocios su equivalente sería perder un cliente o ganar un buen contrato.

En Quantico, Virginia, se encuentra el Officer Candidates School (Escuela de Candidatos a Oficiales) de los Marines, en donde se preparan a los oficiales que habrán de guiar a este grupo elite en combate. Para ser un oficial de los Marines, más que la fortaleza física, las habilidades de estrategia militar, conocimiento de idiomas, armas, etc., lo más importante es la HONESTIDAD. El lema de la escuela de oficiales es "Ductus Exemplo" (Liderazgo con el ejemplo)

Su comandante, el Coronel Harold Van Opdorp señala que bajo ninguna circunstancia permitiría que un oficial liderara a los Marines si éstos no están cien por ciento seguros de que todo lo que salga de su boca sea verdad y no algo para cubrir su trasero. Si los hombres no le tienen confianza a su líder, estarán en peligro y se pueden perder vidas. Así de importante es la honestidad para los Marines.

El Coronel Van Opdorp agrega que esto de la honestidad es tan vital para el Cuerpo de Infantes de Marina, que él no estaría dispuesto a que su hijo o su hija sirvieran bajo el mando de un oficial del que él no esté convencido que sea un buen líder. Eso quiere decir, que no habrá candidato que sea aprobado para ser oficial de los Marines, si no tiene liderazgo y honestidad.





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