lunes, 24 de marzo de 2014

Vince Lombardi, un líder para todas las épocas

Hola amigos de Cuarta y Diez, tal y como lo habíamos prometido en la cuenta de Facebook de mi columna de futbol americano, nace este otro espacio para hablar sobre el nuevo liderazgo que se necesita en el siglo XXI, sobre todo ante los cambios que se han presentado en el mundo de los negocios y de los entornos laborales. Este espacio se llama Creando Verdaderos Líderes.

Este blog estará dedicado a hablar sobre liderazgo, líderes actuales y de otras épocas, experiencias tanto de su seguro servidor, así como los invito a que compartan en este espacio sus propias experiencias en cuanto al liderazgo; el bueno, el que les ha dejo huella así como de ese mal liderazgo que les ha hecho, en más de una ocasión, pensar en dejar ese trabajo, la escuela o cualquier actividad en la que estén en ese momento por una persona que sólo sabe ser jefe y no líder.

Para iniciar este espacio, les reproduzco una rápida biografía de alguien que fuen un gran líder inspirador: Vince Lombardi. (Esto lo publiqué por primer vez el 8 de septiembre del 2010 para el blog de Cuarta y Diez, aunque con algunos agregados que hice para este espacio)





"Ganar no lo es todo, es lo único"

Muchos acreditan esta famosa frase a Vince Lombardi, aún cuando la primera vez que se pronunció fue en una película de John Wayne, llamada "Trouble Long the Way" en la que encarna a un entrenador de futbol americano colegial y es la hija de Wayne en la cinta (Sherry Jackson), quien recita la frase. Sin embargo, fue Vince Lombardi quien la hizo famosa y hasta estos días se le reconoce como el autor de la misma, aunque él mismo señaló posteriormente que lo que en verdad quería decir era que ganar no lo es todo, cuando pones empeño, dedicación y esfuerzo en cualquier cosa que hagas, en el coraje que muestres para conseguir tu objetivo.
Vincent Thomas Lombardi nació el 11 de junio de 1913 en Brooklyn, Nueva York, siendo su padre Enrico "Henry" Lombardi, nacido en Italia y su madre Matilda Izzo, nacida en Brooklyn, pero cuyos padres habían llegado a Estados Unidos provenientes de Salerno, Italia.
Esta descendencia italiana inculcó en Lombardi el amor por la familia y un catolicismo que practicó hasta el último de sus días.

Es precisamente por esas raíces que la primera inclinación de Lombardi es hacia el sacerdocio, llegando incluso a estudiar de manera formal para ello, pero su otra inclinación era el futbol americano, lo que no encajaba en los cánones del seminario, que veía en el futbol una de las causas de la violencia y corrupción de la época. Otra causa que motiva a Lombardi a dejar el seminario, es que descubre que le gustan muchos las mujeres como para seguir el celibato.
Lombardi ingresa a estudiar en la Universidad de Fordham, un instituto jesuita, el cual no sólo habría de formar su estilo de juego, sino que moldearía su carácter y le daría las bases psicológicas para enseñar este deporte.
Estando en Fordham, Lombardi, jugaba de guardia a la ofensiva y como tackle defensivo (en aquel entonces no existían sustituciones como las conocemos ahora, los jugadores estaban en el terreno de juego los 60 minutos de partido) y formó parte de los famosos y legendarios  "Siete Bloques de Granito".
La Universidad de Forham, al ser un instituto fundado por los jesuitas, enseñó a Lombardi el valor que tiene en la vida del ser humano la disciplina, el sacrificio personal y la ética frente a la vida. Esos valores los habría de llevar para toda su vida y los enseñaría a todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo y trabajar con él.

De sus años en la Universidad de Fordham


Al salir de Fordham, se enroló como entrenador asistente de futbol de la preparatoria Santa Cecilia, en Englewood, Nueva Jersey, bajo el mando de su ex compañero en Fordham, Andy Palau. Junto a su puesto de entrenador asistente, Lombardi enseñaba latín, química y física a los alumnos de este prestigiado colegio católico. Siendo maestro de estas materias, puso en práctica su estilo pedagógico de enseñar de tal forma, que no importaba que tuviera que explicarle de manera detenida la materia a su estudiante más lento hasta que todos hubieran comprendido la clase de manera correcta. Este estilo lo repetiría también como entrenador. Para Lombardi, lo importante, tanto en el estudio o el emparrillado, no era el talento nato que tuvieras, sino el trabajo duro que mostrarás. Para él era más valioso un estudiante o un jugador que tal vez no tuviera la habilidad nata para hacer las cosas, pero que mostrara verdaderos deseos de superarse, de hacerlo bien, de trabajar duro para eliminar esas áreas de oportunidad. Eso es lo más importante para Lombardi, el esfuerzo y la dedicación que pusieras en hacer las cosas, tanto en la escuela como en el campo de juego.

Cuando Andy Palau dejó el puesto de coach en jefe, Lombardi tomó el mando y en cinco temporadas al frente, hizo de la pequeña escuela católica de Santa Cecilia, toda una potencia a nivel de preparatorias.
West Point, punto de inflexión para Lombardi

Luego de salir de Santa Cecilia, Lombardi regresó a su alma mater, Fordham, donde fue entrenador asistente, pero al no poder escalar a la posición de coach en jefe, optó por un puesto como entrenador asistente en la Academia Militar de los Estados Unidos, West Point, bajo el mando del Coronel Red Blaik.
Fue aquí donde Lombardi refinó su estilo de entrenar, pues el Coronel Blaik era un perfeccionista, además de ser el primero en analizar las películas de juegos de los contrarios para crear nuevas formas de atacar y defender, así como solía filmar y fotografiar las prácticas de su equipo, para con ello corregir errores de sus jugadores y explotar las debilidades de los contrarios. Incontables horas pasaba Blaik con sus asistentes revisando una y otra vez películas de partidos, analizando, desmenuzando, volviendo a armar jugadas y tendencias. Lombardi aprendió de estas largas sesiones la importancia de la preparación previa, de estar listo a enfrentar los juegos y saber qué hacer en cada momento.

Algo que aprendió del Coronel Blaik fue que gracias a esas horas frente al proyector, a las juntas de análisis y las prácticas en el campo de prácticas, se obtenía un plan de juego simple, sin complicaciones. Blaik era un maestro para descartar lo que no tenía importancia y usar sólo lo que podía funcionar contra tal o cual rival. Sus planes de juego eran sencillos, entendibles y muy, pero muy efectivos. Lombardi hizo lo mismo en Green Bay.
Con el Coronel Red Blaik, Lombardi también compredió que el futbol era una profesión de 24 horas al día, los doce meses del año. El ser coach no era una cuestión de gusto, era toda una vocación. "No hay susbtituto para la victoria", sólía decir el General Douglas MacArthur, quien se declaraba fiel fanático del equipo de West Point y a quien en varias ocasiones Vince Lombardi entretuvo mostrándole películas del equipo del ejercito y explicándole porqué habían ejecutado tal o cual jugada. Esa experiencia también dejó honda huella en Vince Lombardi.
 Como entrenador asistente de la Academia Militar de West Point
Bajo la disciplina estricta de West Point, más las enseñanzas de los jesuitas de Fordham, Lombardi combinó lo mejor de ambos mundos, el militar y el religioso (después de todo, el fundador de los jesuitas, San Ignacio de Loyola, había sido militar antes que religioso y esa disciplina la incluyó en su filosofía) para darle forma a su estilo de entrenar que tanto éxito le dió ya como profesional.

Luego de cinco años en West Point, Lombardi aceptó la propuesta de convertirse en entrenador de la ofensiva de los Gigantes Nueva York. Lombardi llegaba con ello a la NFL, llegaba al profesionalismo, un mundo completamente diferente al que se vivía en el ámbito colegial.

Entrenador junto con Tom Landry

En Nueva York, Lombardi estaba bajo el mando del coach en jefe Jim Lee Howell, quien para delicia de Lombardi, también había sido militar, en este caso fue instructor del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, una institución que inculca en todos sus elementos el famoso "Esprit de Corps", dónde el éxito sólo se alcanza como equipo y para ello se debe de confiar en todos sus integrantes, saber que se ayudarán ante cualquier situación y nadie será dejado atrás .
En los Gigantes, Lombardi conoció a Tom Landry, coordinador defensivo y otro ex-integrante de las fuerzas armadas, en este caso, Landry había servido como piloto de bombarderos B-17 en la Segunda Guerra Mundial, con 30 misiones de combate sobre la Europa ocupada. Landry ganaría fama a partir de 1960 como entrenador en jefe de los Vaqueros de Dallas, a quienes llevó a disputar cinco Super Bowls, ganando dos de ellos. Fue coach de Dallas hasta 1988 y murió en el 2000. Landry era el coordinador defensivo del equipo y en no pocas ocasiones, durante los entrenamientos y las prácticas interescuadras, éstas se convertían en verdaderas batallas, pues los muchachos de Lombardi buscanban a toda costa mostrar su ofensiva innovadora, esto contra las complejas defensivas de Landry y sus muchachos, que no permitían que les anotarán.

El estilo del entrenador Lee Howell era poco ortodoxo para la época, semejando más a una corporación que aun equipo de futbol. Lee Howell era más como un CEO (Chief Executive Officer) y Landry y Lombardi como sus gerentes a cargo de las operaciones diarias. Howell en son de broma solía decir que su única función en los Gigantes era cerciorarse de que los balones tuvieran aire.

Esa es una muestra clara de auténtico liderazgo; un entrenador que sabe que tiene bajo a su mando a dos personas capacez de hacer el trabajo de manera excelente y por ello, los deja trabajar libremente. Eso es lo que hace un verdadero líder; su única responsabilidad es indicar cuál es la meta y que su gente sea la que encuentre los caminos que los llevarán a ella. En el caso de los Gigantes, la meta que puso Lee Howell era ser campeones de la NFL.

Con Tom Landry, durante su paso por los Gigantes de Nueva York.
A veces, cuando los periodistas le preguntaban algo sobre la ofensiva, Lee Howell solía decir, "eso véanlo con Vince", si la cuestión versaba sobre la defensiva, el hombre a entrevistar era Tom (Landry) Esto lo comentaba el entrenador en jefe medio en broma y medio en serio, así era la forma de operar de los Gigantes, eso fue lo que les dió gran éxito.

El momento cumbre de los Gigantes (y de Lombardi) vino en la temporada de 1958, cuando Nueva York disputó el Juego de Campeonato de la NFL ante los Potros de Baltimore, en el mismísimo Yankee Stadium, en aquel entonces la casa de los Gigantes. En un juego por demás reñido, Johnny Unitas. mariscal de campo de los Potros, forzó el juego a irse a tiempo extra, la única vez en que el título se definía en muerte súbita. Unitas llevó a Baltimore a ganar el partido 23-17 y los Gigantes, pese a la gran temporada, se quedaron con las manos vacías.




En las imágenes, en el sentido del reloj; Vince Lombardi con Bart Starr, mariscal de los Empacadores; En su época con los Gigantes, Tom Landry, Jim Lee Howell y Lombardi; Meditando la próxima jugada; Siendo levantado en hombros por sus jugadores luego de ganar el Super Bowl II ;Una estampilla postal editada por el gobierno de los Estados Unidos



Green Bay, el lugar apropiado

Luego de perder el Juego de Campeonato de la NFL, a Vince Lombardi se le presentó la oportunidad de ser entrenador en jefe de los Empacadores de Green Bay, un equipo que venía de tener un año de 1-13-1 (un periodista comentó sobre el Green Bay de ese año: "Los Empacadores sorprendieron a un equipo, fueron sorprendidos por 13 y quedaron a mano con otro")

Y tan pronto llegó, anunció que las cosas cambiarían, comenzado con la órden de mejorar las instalaciones de los Empacadores en cuanto a las oficinas corporativas, pues había que dar la sensación de profesionalismo. De igual manera, obligó a los jugadores a vestir saco y corbata cada vez que el equipo viajaba, indicando que eran los representantes de la ciudad de Green Bay y debían comportarse acorde.
El reacondicionar las oficinas del equipo y el uso de un código de vestimenta, son dos cosas que los verdaderos líderes aplican, pues si uno trabaja en un lugar que refleje no sólo profesionalismo, sino que sea cómodo y funcional, más que elegante, hace que las personas responda de la misma manera: Trabajando profesionalmente. Además, el hecho de vestir de manera propia, no sólo habla de que se está representando a una ciudad, un equipo o una empresa o corporación, o incluso a un departamento específico, es una actitud ante la vida, es decirle a los demás, "estoy listo para guiar a la gente al éxito". Y en liderazgo no se hablar de vestir elegamentemente o siempre de traje y corbata, se trata de vestir de manera decorosa, con limpieza y pulcritud.

Suele relatar Bart Starr, el mariscal de campo de los Empacadores, que luego de la primera reunión que tuvo con Lombardi y los nuevos entrenadores asistentes, al primer momento de descanso, le llamó por teléfono a su esposa en Alabama y lo único que le dijo fue: "Ahora sí vamos a ganar" ¡y todavía ni siquiera había llegado la época del campo de entrenamiento! Era tan sólo una junta para conocerse y dar a conocer el plan de trabajo. Pero la actitud, las palabras y el modo de conducirse de Lombardi, generaban ese ámbiente de triunfo y de que un verdadero líder estaba a cargo de los negocios.
Pero el profesionalismo de las experiencias previas (West Point, gracias) y el personal deseo de hacer las cosas a la perfección (enseñanza de los jesuitas, "La perfección es inalcanzable, pero si perseguimos la perfección, encontraremos la excelencia") fueron las que provocaron el cambio en los Empacadores.

En total, Vince Lombardi entrenó a Green Bay de 1959 a 1967, ganando con ellos 89 partidos, perdiendo 29 y empatando cuatro, además de conseguir cinco campeonatos de la NFL (incluyendo los dos primeros Super Bowls) En postemporada la marca de Lombardi es más impresionante todavía: Nueve victorias y sólo una derrota, ocurrida en el Juego de Campeonato de la NFL ante las Aguilas de Filadelfia en el año de 1960. Al termino de ese duelo, Lombardi les dijo a sus jugadores que "nunca más iban a quedar en segundo lugar". Y lo cumplió.
Lombardi y sus Empacadores fueron campeones en las temporadas de 1961, 1962, 1965, 1966 y 1967. En la era moderna de la NFL, nadie ha ganado tres campeonatos en forma consecutiva como lo hicieran los Empacadores en la década de los sesenta.
Luego del triunfo ante los Raiders de Oakland en el Super Bowl II, Lombardi se retiró como coach en jefe de Green Bay para ser únicamente su Gerente General. Nunca, como entrenador en jefe de los Empacadores, tuvo Vince Lombardi una temporada perdedora.

Sin embargo, en sus venas corría la sangre de un coach y no de un mero ejecutivo y decidió renunciar a su cargo con Green Bay e irse como coach en jefe de los Pieles Rojas de Washington, a quienes entrenó en 1969 y tuvo una marca de siete triunfos, cinco derrotas y dos empates y lo que son las coincidencias, pues ese fue el mismo récord que lograra en su primer año como entrenador en jefe de Green Bay.
 Vince Lombardi, ya como entrenador de los Pieles Rojas de Washigton.

Antes del inicio de los campos de entrenamiento previos a la temporada de 1970, las molestas estomacales que venía padeciendo desde años atrás en Green Bay se agravaron y al hacerse un estudio médico, se descubrió que Lombardi padecía de cáncer de colon, esto en junio de 1970.
Para cuando se descubrió su padecimiento, era demasiado tarde, pues este ya había invadido otros órganos vitales y su muerte llegó el 3 de septiembre de 1970, contando Lombardi con apenas 57 años de edad.

Fue tal la conmoción que provocó su muerte a nivel nacional, que el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, le envió a la familia de Lombardi un telegrama de condolencias firmándolo no sólo en su nombre, sino en el del pueblo de los Estados Unidos.
Una semana después de su muerte, la NFL decidió que el nombre del trofeo que se le entregaba al ganador del Super Bowl fuese bautizado como el "Trofeo Vince Lombardi", no sólo por ser el primer entrenador en ganarlo cuando nació este juego, sino por el legado que dejó como entrenador en jefe; así mismo, al año siguiente, 1971, se le ingresó al Salón de la Fama de la NFL en Canton, Ohio.

En cuanto a los jugadores que tuvo en los Empacadores, 10 de ellos son miembros del Salón de la Fama, un mérito por sí mismo que habla de la calidad de maestro que era Vince Lombardi, sobre todo si se considera que un gran porcentaje de esos jugadores, estaban en el equipo de Green Bay que sólo había ganado un partido un año antes de la llegada de Lombardi. 

El impacto que tuvo en las vidas de aquellos que fueron sus jugadores también fue muy fuerte. Lombardi no toleraba el racismo y cuando uno de sus defensivos, Lionel Aldridge, afroamericano, le comentó al coach Lombardi que estaba por casarse con una chica blanca (¡algo impensable en esa época!) pero que había un problema, la NFL no lo iba a permitir. Y así fue, Lombardi recibió una carta de la Liga donde le "recomendaban" que "aconsejara" a su jugador de no seguir adelante con esos planes de boda, a lo que Lombardi les respondió en una carta que: "Apoyaba sus jugadores en cualquier cosa que hicieran y que él considerara que estaba bien", además de indicar que era él y sólo él, quien menajeba al equipo de los Empacadores de Green Bay. 

Otro aspecto importante de Lombardi y pese a su catolicismo, era el apoyo que le daba a los jugadores homosexuales (su propio hermano Harry lo era) como fue el caso del ala cerra de los Pieles Rojas de Washington Jerry Smith, quien debía ocultar ante la prensa y el público que era gay, aunque la mayoría de sus compañeros de equipo lo sabían y respetaban guardando silencio. Para este entrenador en jefe, no importaba de qué color eras, cuál era tu religión, en que creías políticamente o qué tendencia sexual tuvieras, lo que importaba era cómo te comportabas con los demás y cuál era tu compromiso con el éxito y el trabajo duro.

La honestidad es otra cualidad que los grandes líderes tienen. En 1963 se desató un escándalo en la NFL cuando Alex Karras, defensivo de los Leones de Detroit y Paul Hornung, corredor estrella de los Empacadores de Green Bay y jugador favorito de Lombardi, fueron descubiertos por agentes del FBI durante una investigación de apuestas ilegales, que habían realizado esta actividad durante la temporada regular. Se comprobó que en ambos casos, apostaron a favor de sus propios equipos, no contra ellos. Pete Rozelle, a la sazón Comisionado de la NFL decidió suspender de manera indefinida a los dos jugadores. Vince Lombardi viajó a Nueva York, sede de la liga, para abogar personalmente por su muchacho, pero ante las pruebas irrefutables del FBI, aceptó la sanción. Y no sólo eso, le recalcó a sus jugadores el enorme compromiso moral que tenían ante la comunidad de Green Bay no sólo como figuras públicas, sino en muchos casos, como ejemplos para los niños y adolescentes.  

Había tres cosas importantes en la vida de Vince Lombardi: Dios, los Empacadores de Green Bay y la familia. ¿Cuál iba en primer lugar? Nunca nadie lo supo. El futbol era su vocación, casi como un apostolado. Dios estaba presente al acudir Lombardi a misa todos los días y confesarse de manera regular, además de acondicionar el volante de su auto con el rosario, para al ir conduciendo, rezar todos y cada uno de los misterios. Su familia iba con él a todos los juegos, tanto en casa como en el camino y sus vidas giraban en torno a los éxitos o fracasos de Lombardi. 

Pero su legado no sólo fue en emparrillado, sino que también llevó su filosofía al terreno de los negocios, cuando comenzó a ser invitado a dar conferencias a grupos de hombres de negocios, formando para ello un discurso estándar, el cual se basaba en siete temas fundamentales, los cuales hasta la fecha, siguen siendo utilizados. Estos "Siete Pilares del Liderazgo", como los bautizo Vince Lombardi, se los compartiré en la siguiente entrega de este blog. Así mismo, antes de salir de los Empacadores, Lombardi filmó una película motivacional para la fuerza de ventas de una empresa norteamericana, llamado "Second Effort" (El Segundo Esfuerzo), del cual del dejó el link para que lo vean en YouTube, doblado al español: http://youtu.be/MJ-iWEjPcZM

Para terminar, me gustaría compartir con ustedes lo que Vince Lombardi pensaba de los líderes:

"LOS LIDERES SE HACEN, NO NACEN. SE HACEN CON GRANDES ESFUERZOS, EL CUAL ES EL PRECIO QUE TODOS DEBEMOS PAGAR PARA ALCANZAR CUALQUIER META QUE VALGA LA PENA”
Vince Lombardi 1913-1970
 En la próxima entrega de este blog, revisaremos los "Siete Pilares del Liderazgo", de Vince Lombardi.

 Dudas, comentarios, sugerencias: cuartaydiez@yahoo.com

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